Como si se tratara de una broma cósmica o de un castigo divino, en los primeros minutos del estupendo documental de también abogado con doctorado de la Universidad de California en Berkley Roberto Hernández, Presunto culpable (México, 2008), con producción independiente y por la libre de su esposa también abogada Laila Negrete, el acusado por homicidio Antonio Zuñiga confiesa que, a raíz de una relación amorosa bastante amarga, deseó que Dios le diera la muerte, o en su defecto, le quitara a aquella mujer de encima. No había pasado mucho tiempo cuando Zúñiga se encontraba acusado de un homicidio que ocurrió en la misma zona del DF, mientras un gran número de testigos contradecían al único testigo acusador, argumentando de que no podía estar a la hora del crimen en el lugar de los hechos porque se encontraba con ellos.
Por primera vez en la historia de México un juicio tradicional es documentado audiovisualmente, por este par de improvisados cineastas, que resultan saber mucho más de cine que muchos que por ahí andan cometiendo estropicios al por mayor. No sólo es que la denuncia resulte tan emotiva e indignante, logrando que el espectador quede asqueado por el sistema judicial mexicano corrompido hasta la médula. Es el hecho de que Presunto culpable sea en sí misma una película muy cinemática, valiosa por sus hallazgos audiovisuales.
Ese equilibrio en la forma y en el fondo, se hace manifiesto en el logro del filme de volver concreto (mediante una serie de sabios trucos sonoros y visuales) las abstracciones y las partes más áridas de un proceso legal del corte penal. Subrayado sonoro y visual de las partes más importantes de los oficios, animación de textos que vuelan que también quedan resaltados en su parte más sustancial, zooms cruciales a documentación oficial. En ese proceso de volver concreto lo que es abstracto, consiguen que la película se exprese en un lenguaje cinematográfico fácil de asimilar, aún por los espectadores a los que le es ajena la jerga jurídica.
Y el tono de la denuncia siempre sarcástico (lo que hace que la cinta jamás se tropiece con facilismos didácticos o melodramáticos), llega a su culminación con la toma de un letrero en el que se lee "VIVA MÉXICO" rumbo a los epílogos de un filme sorprendente: una denuncia calculadísima y valiente, intercambiable por un audaz desplante estético, y viceversa, hasta lograr que la película misma cumpla el sueño de todo documentalista: no sólo captar una realidad, sino elaborar un objeto fílmico (único e irrepetible) que la logre cambiar, aunque la esperanza al futuro se concrete en agridulce, casi amargo, por el tiempo robado a la vida de un hombre.
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Presunto culpable 8
4 comentarios:
Sin esperanza de verla en el rancho pronto, ya caerá en video. Por lo que leo, sin duda la mejor película mexicana de terror de todos los tiempos.
Salud, Paxton.
Ya quiero verla, si antes lo deseaba, despues de leer su crítica aún mas!
:)
No se si alguien ha reparado en la unánime aprobación y apoyo de bloggers críticos y medios a Presunto Culpable... hace un chingo que no se veía ésto.
2046
yo apenas la voy a ver mañana, siento que soy el último en llegar a la fiesta, y cuando llegue todos estarán borrachos tirados en el piso hablando de la siguiente fiesta.
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