domingo, octubre 24, 2010

Actividad paranormal 2 (2010)

"Actividad paranormal 2 es la película de terror que Béla Tarr nunca ha dirigido"

Hay una escena hacia el desenlace de Actividad paranormal 2 (Paranormal Activity 2, EUA, 2010), en donde uno de los protagonistas se encuentra reposando y viendo el televisor en el sillón de su casa. De pronto, entra en la profundidad de campo del encuadre otro personaje clave y por un momento, uno piensa, por tres segundos, que todo se trata de una alucinación o la imaginación del personaje del sofá, antes de que el intertítulo con el cronómetro imparable le dé la cachetada al espectador de que no sea inepto y recuerde que está viendo un flujo de imágenes que procede de una grabación de seguridad y por lo tanto, no hay espacio en esta narración para la externalización de la vida interior, mucho menos para fantasías o alucinaciones en estas imágenes “objetivas”. Es tan sólo uno de los síntomas de la severidad de la propuesta de Actividad paranormal 2, una propuesta con que la película se compromete audazmente hasta llegar a sus últimas consecuencias.

La segunda parte de la muy exitosa cinta homónima de terror del año pasado, Actividad paranormal 2, de Tod Williams, es un brillante objeto teórico sobre el poder del plano cinematográfico y del encuadre al que no le da nada de miedo sostener a ambos a duraciones masoquistamente imposibles, una valiente cinta de terror que no retrocede ante la luz del día (como ya lo era la fantasía turística-gore Las ruinas, aunque en las antípodas del registro visceral de aquella), una tensa provocación metafísica que ataca precisamente a un jefe de familia escéptico (¿ateo, agnóstico?) con toda la ira destructiva de un demonio innombrable e inmostrable en el que irónicamente deberá acabar creyendo aquel para salvar a su familia, una actualización completamente siglo XXI de un satanismo fílmico apenas velado y sugerido aunque de posesiones y efectos contundentes.

A mayor presupuesto, más pulidos efectos especiales. Curiosamente, en esta segunda parte se cambia lo sutil de la primera cinta hecha con 2 dólares, por lo desquiciado. Las ventajas de contar con un presupuesto ya millonario, por supuesto. Y con los riesgos consabidos, la película sale bien librada. Incluso con lo descabellado y risible de ciertas escenas (viene a la mente cierto momento de levitación de un infante y cuando la madre de él es arrastrada por la escalera, hacia abajo), es por la mesura de sus planos fijos y por un estilo histriónico naturalista (o no-histriónico, según sea el caso) de sus estupendos actores provenientes del mejor indie norteamericano, así como por una banda sonora que prescinde por completo de la música extra-diegética o diegética, que dichas escenas se alejan de lo gracioso o la parodia para quedar plasmadas como lo que todo director busca en una película de terror: imágenes aterradoras o simplemente espantosas

Cajas chinas, muñecas rusas. Es sorprendente la manera en que esta segunda parte, devora a la primera como si se tratara de una caja china o una muñeca rusa. Ni secuela ni precuela propiamente dicha, sino un elegante e inteligente dispositivo narrativo que amplía los acontecimientos de la primera, cual onda expansiva o filme fractal.

Y el más duro, pesimista y desesperanzador final abierto de una película hollywoodense en años, acaba siendo perversamente aterrador no tanto por sus explicaciones, sino, con la mayor inteligencia fílmica posible dentro de su reventado (y gastado) sub-género, por sus implicaciones, antes de mandar todo de guillotinazo a un terrorífico fundido en negros a lo Michael Haneke, con el más escalofriante, sepulcral (¿y ceremonial?) de los silencios.

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Paranormal Activity 2 8