jueves, mayo 12, 2011

Copia fiel. Por Jorge Ayala Blanco


A raíz de que hoy es el estreno comercial en México de la obra maestra de Kiarostami, Copia fiel, rescatamos la excelente crítica de Jorge Ayala Blanco sobre ella, publicada en El Financiero, el 8 de noviembre de 2010.


LA RÉPLICA ORIGINAL

En Copia fiel (Copie conforme, Francia-Italia-Bélgica, 2010), primer filme ficcional en el extranjero del patriarca iraní de 70 años Abbas Kiarostami (El sabor de la cereza 97, El viento nos llevará 99), con guión trilingüe (francés-italiano-inglés) suyo, una todavía bella aunque visiblemente vulnerada galera anticuaria (Juliette Binoche, para quien Kiarostami delineó el proyecto) bien instalada en la Toscana y con lúcido respondón hijo púber (Adrian Moore), contacta en una presentación libresca con el canoso ensayista estético reivindicador de la copia en el arte James Miller (William Shimell) y, a punto de que éste parta en vuelo nocturno, se lo lleva a pasear en su auto durante un día radiante hacia el hiperartístico pueblito cercano de Lucignano; discueten ampliamente en el trayecto sobre la especialidad del hombre y, al llegar a su destino, se extasían como todo mundo ante la Musa Polinina (la Mona Lisa del museo local), si bien es sabido que se trata de una copia (¿superior al original como toda buena copia?) y, al descansar en un café, la patrona los confude cual marido y mujer, pero de manera perdurable, porque desde ese momento los paseantes comienza a portarse como tales, riñen acremente de continuo por cualquier estupidez, al modo de cualquier pareja con 15 años de casados, hasta que el varón de otra pareja aún más vieja hallada en la plaza (el guionista buñuealiano Jean-Claude Carrière con Gianna Giachetti) le aconseja al hombre simplemente posar su mano sobre el hombro de la mujer y otro tipo de acercamiento, más amable y melancólico.

La réplica original se mueve entre la ambigüedad de las identidades y el súbito, arbitrario cambio de identidad, como si ésta fuera un mero accidente mutable, un adjetivo, u otra abstracción de la dialéctica del original y la copia, cual si todo lo existente fuera copia de sí mismo, acaso sin original posible, al grado de que podría especularse si la aún guapa Binoche no es una inconfesada réplica francesa de la españolita ya cincuentona Victoria Abril, o si el barítono-bajo Shimell no es más que una cuellona copia otoñal de Alain Delon ¿copias inadmisibles y certificadas?

La réplica original emite, esgrime, y prodiga una delicadeza, muy rara o ajena al cine occidental, que todo lo impregna, haciendo palpitar cada espacio armonioso, acto, impulso o relación cambiante entre los personajes como algo íntimo y prodigioso, entrañable, conocido pero esperado, dulce y sagrado a un tiempo, trátese de los encuentros con la gente del pueblo (el guía, la dueña del café) como el sonar de las campanas de enfrente cuando los extraños amantes se junten dentro de la habitación donde pasaron su noche de bodas y el patético héroe desaprensivo nada pueda ya reconocer.

Y la réplica original se ha permitido la frivolidad exquisita de ciertos guiños orientales iraníes (cita a un innombrable poeta persa, esos bombásticos aretes de la heroína que ni siquiera pela su estragado acompañante) porque el atinado objetivo afinado del filme viene a ser nada menos que atacar y socavar radicalmente los fundamentos mismos del arte y la civilización occidentales, basados en el culto a la originalidad y la distinción banal entre copias de lo real inasible, en pos de una exclusión de la sencillez, la felicidad y el placer como máximos ideales humanos.

miércoles, abril 27, 2011

Winter's Bone (2010)


En Invierno profundo (Winter’s Bone, EUA, 2010), segundo exitoso largometraje de Debra Granik, la madura y tenaz adolescente Ree (Jennifer Lawrence magnífica) debe resolver el misterio de la desaparición de su padre antes de que el agente de fianzas les quite la casa donde vive con sus dos hermanos menores, dado que para no perderla, su padre debe presentarse a juicio o en su defecto, muerto.

Winter’s Bone transita los caminos de una ficción calculadísima, de control total y superior por una Granik que conoce muy bien los códigos y las convenciones del film-noir, sus escenarios escabrosos y la galería de sus personajes dañados, sus pulsiones violentas y sus ambientes decadentes (teniendo como estupendo fondo la lumpenmiseria que pulula en la región montañosa de los Ozarks en Missouri), donde la pobreza jamás se trata miserabilísticamente como un obstáculo a vencer para la elaboración del cuento de hadas-relato edificante, sino como un hecho más, el perfecto paisaje para el surgimiento de este portentoso neo-noir campirano.

Winter’s Bone acumula el bien logrado suspenso a contracorriente de su ritmo más bien moroso, pausado, a imagen y semejanza de la vida agreste que viven sus personajes en el exacto opuesto del anti-suspenso incrustado en el vértigo análogo (nunca en verdad digital) de las vidas de los nerds y los millonarios estudiantes de Harvard de La red social de David Fincher, haciéndolo estallar en la exploración de cierto estanque-descenso a los infiernos que puede resolver el misterio crucial de la cinta o no.

Y Winter’s Bone consolida un magnífico cine en femenino plagado de verdades emocionales (“La verdad son las cosas como son, como han de ser y como serán”), con una heroína única e irrepetible, Ree-detective ocasional, Ree-salvadora de su hogar y protectora del mismo cual fiera, Ree-madre y por asociación padre sustituto también, con la fuerza abrasante de uno de los personajes femeninos más enormes que haya dado Hollywood al cine contemporáneo mundial.

lunes, febrero 21, 2011

jueves, febrero 17, 2011

Presunto culpable (2008)


Presunto culpable hace exactamente 2 años fue exhibida por primera vez en México, en el marco de la gira de documentales Ambulante. La función a la que asistí era proyectada con una copia en progreso y al finalizar, hubo una sesión de preguntas y respuestas con Laila Negrete y Roberto Hernández. Nunca imaginé el impacto que tendría en su recorrido por festivales de varias partes de todo el mundo pero sobre todo, nunca me pasó por la cabeza lo que ocurrirá mañana: esta magnífica película se estrenará comercialmente con la mayor campaña mediática para un documental en la historia del cine mexicano.

Como si se tratara de una broma cósmica o de un castigo divino, en los primeros minutos del estupendo documental de también abogado con doctorado de la Universidad de California en Berkley Roberto Hernández, Presunto culpable (México, 2008), con producción independiente y por la libre de su esposa también abogada Laila Negrete, el acusado por homicidio Antonio Zuñiga confiesa que, a raíz de una relación amorosa bastante amarga, deseó que Dios le diera la muerte, o en su defecto, le quitara a aquella mujer de encima. No había pasado mucho tiempo cuando Zúñiga se encontraba acusado de un homicidio que ocurrió en la misma zona del DF, mientras un gran número de testigos contradecían al único testigo acusador, argumentando de que no podía estar a la hora del crimen en el lugar de los hechos porque se encontraba con ellos.

Por primera vez en la historia de México un juicio tradicional es documentado audiovisualmente, por este par de improvisados cineastas, que resultan saber mucho más de cine que muchos que por ahí andan cometiendo estropicios al por mayor. No sólo es que la denuncia resulte tan emotiva e indignante, logrando que el espectador quede asqueado por el sistema judicial mexicano corrompido hasta la médula. Es el hecho de que Presunto culpable sea en sí misma una película muy cinemática, valiosa por sus hallazgos audiovisuales.

Ese equilibrio en la forma y en el fondo, se hace manifiesto en el logro del filme de volver concreto (mediante una serie de sabios trucos sonoros y visuales) las abstracciones y las partes más áridas de un proceso legal del corte penal. Subrayado sonoro y visual de las partes más importantes de los oficios, animación de textos que vuelan que también quedan resaltados en su parte más sustancial, zooms cruciales a documentación oficial. En ese proceso de volver concreto lo que es abstracto, consiguen que la película se exprese en un lenguaje cinematográfico fácil de asimilar, aún por los espectadores a los que le es ajena la jerga jurídica.

Y el tono de la denuncia siempre sarcástico (lo que hace que la cinta jamás se tropiece con facilismos didácticos o melodramáticos), llega a su culminación con la toma de un letrero en el que se lee "VIVA MÉXICO" rumbo a los epílogos de un filme sorprendente: una denuncia calculadísima y valiente, intercambiable por un audaz desplante estético, y viceversa, hasta lograr que la película misma cumpla el sueño de todo documentalista: no sólo captar una realidad, sino elaborar un objeto fílmico (único e irrepetible) que la logre cambiar, aunque la esperanza al futuro se concrete en agridulce, casi amargo, por el tiempo robado a la vida de un hombre.

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Presunto culpable 8

martes, febrero 08, 2011

Perfect Blue (1998)


1. Perfect Blue, de Satoshi Kon, se adelanta tres años al universo femenino en fuga psicotónica que David Lynch perfeccionaría a niveles maniáticos en Mulholland Dr. y que llevaría a masa crítica con Inland Empire. Ahí está todo: el desdoblamiento de personalidades, la confusión por completo mindfucking entre lo “real” y lo filmado, la correspondencia de los espacios físicos con el laberinto mental (principalmente de los deseos y las fantasías reprimidas), y una erotomanía que no puede ser consumada más que en la violencia. Vaya, hasta por ahí aparece un TVserie maldita que poco a poco se apodera de la película. Delirante. ("No more blue tomorrows")

2. Pocos retratos más brutales sobre la celebridad de la estrella y la obsesión con la fama. Ese par de neurosis gradualmente se salen de control para develarse en una psicosis, causa y fin de la pulsión homicida. Por eso resulta tan provocadora la escena de la violación: la celebridad y la fama entendida como una violenta “prostitución simbólica” (William Saints).
Obsesiva. Pequeño breviario cultural: el dibujo animado de la protagonista Mima, actúa mucho mejor que la muy cacareada Natalie Portman-Nina en El cisne negro.

3. La pulsión homicida y psicótica le da a Perfect Blue el tono de erizado y descarnado horror film. Estrenada en Japón el mismo año que la sensación mundial Ringu, de Hideo Nakata, se aleja del estilo y de los motifs del filme de fantasmas de Nakata y se acerca con audacia a los giallos de Darío Argento, aunque sí conserva un apunte inquietante: el miedo a la tecnología, que es el medio donde el Mal acecha y se materializa. Profética.

4. Perfect Blue se adelanta con eso último también a la tecnofobia de la terrorífica Pulse. El internet (que aquí es visto con deliciosa ingenuidad histórica) como el mecanismo para el acoso y la pérdida absoluta de la privacidad, inclusive la de tus pensamientos más recónditos.

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Perfect Blue 10

lunes, febrero 07, 2011

2010: Mis reseñas favoritas/ Biutiful por Alejandro Murillo


Cineastas necios que os regocijáis en los azotes de la miseria sin razón.

Que creáis personajes tan barrocos como superficiales, y os fundáis en tramas tan barrocas como oportunistas, sin razón.

Que tenéis que fusilaros el inicio de Los amores de una rubia, sin razón.

Que filmáis una película en Barcelona, pero decís que es mexicana. Que pudistéis haber filmado en México, pero enconces no hubieses tenido al actor que queréis, sin razón.

Que teneís que subir el nivel de la música para compensar que la trama no es perturbadora ni conmovedora, ni enseña ni informa ni sensibiliza, sino lo vuelve a uno más escéptico del esnobismo miserabilista virtuosamente fotografiado y decorado en paleta de color, sin razón.

miércoles, febrero 02, 2011

2010: Mis reseñas favoritas. The Social Network, por Ricardo Bedoya.


David Fincher, el director de “Red social”, filmó hace algunos años una cinta sobre Zodiac, el asesino que aterrorizó Estados Unidos en los años sesenta. Era una crónica de las investigaciones seguidas para descifrar las pistas y huellas dejadas por el criminal. Y antes que “Zodiac” hizo “Se7en, pecados capitales”, donde un escurridizo asesino anunciaba sus ilustrados delitos mediante crípticos signos. En las mejores películas de Fincher vemos duelos de inteligencias, pesquisas para detener ambiciones desequilibradas, juegos de poder, cínicos intercambios de acerados diálogos, lealtades traicionadas, pistas irresueltas, atmósferas deletéreas, ambigüedades morales, mensajes lanzados a redes alternativas.

El personaje de Mark Zuckerberg no es, por supuesto, un criminal pero, por alguna razón, recuerda a Zodiac, así como a los personajes poderosos e infelices de Orson Welles (no sólo a Kane, una referencia obvia), de Joseph L. Mankiewicz, o al célebre desdichado de Scott Fitzgerald. Tal vez porque, como ellos, trata de mediar su soledad, “diferencia” o incapacidad para la comunicación directa con los otros, a través de signos que se cifran y descifran y, en tiempos digitales, de códigos binarios, algoritmos matemáticos, fórmulas lanzadas a la “multitud”.

“Red social” no es el relato aleccionador de una trayectoria de éxito, la biografía exaltante de un triunfador o la ilustración de acentos épicos del modo en que se creó Facebook. La película ni elogia el emprendimiento ni es el manual que informa del caso líder de triunfo empresarial de la primera década del siglo. A Fincher –y a su guionista Aaron Sorkin- le atrae la singularidad de Zuckerberg pero le repugna la posibilidad de representarlo como un ser ejemplar. Y Facebook, la red de los 500 millones de “amigos”, es vista como el espacio donde se negocia la soledad individual a cambio de la ilusión de sentirse miembro de una “comunidad” virtual.

“Red social” es, más bien, un cuento moral de acentos sombríos, como el estilo fotográfico del filme. Cuenta la historia de un grupo de jóvenes dispuestos a vender al diablo sus almas –y hasta sus chicas y sus mejores amigos- a cambio de éxito y dinero. Pero a diferencia de las historias clásicas de tratos con Mefistófeles, aquí no hay lugar para culpas o sanciones. Nadie vislumbra el mal en lo que hace: “negocios son negocios” y hasta la más inescrupulosa maniobra se puede arreglar con una transacción extrajudicial. “Red social” es fábula y retrato generacional sobre la aristocracia del poder en la era digital. De Harvard a Palo Alto, la descripción del recorrido de Zuckerberg es también la de sus entornos y personajes típicos: “nerds” versus aristócratas, “geeks” opuestos a frívolos, todos ellos brillantes y alineados en una “carrera de ratas” que conduce a la mejor cotización en bolsa de sus empresas. Todos imbuidos de una cultura del éxito que naturaliza la trapacería y la deslealtad.

Fincher no filma acciones; filma procesos, trayectorias. Urde una trama de suspenso que imbrica el presente y el pasado del relato, pero es un suspenso débil, que nunca estalla sino que se procesa con lentitud a través de diálogos incesantes. Pocas películas tan dialogadas como “Red social” y tan alejadas en su tratamiento visual del mundo al que refiere. Aquí no domina la luz de los monitores ni se impone el vértigo de la época digital. Los ocres de la fotografía, el ajustado montaje de los gestos, la sobriedad en las actuaciones y el registro moroso de los tiempos son rasgos que marcan el transcurso denso de la película, retrato de un hombre que cambia la manera en que nos comunicamos hoy pero manteniendo inalterable su eclipse emocional.

---Ricardo Bedoya.

domingo, enero 30, 2011

2010: Mis reseñas favoritas. Hunger, por José Abril


Hace algunos años, en la segunda mitad de los noventas para ser exactos, el británico Peter Greenaway intentó crear cierta polémica sobre la naturaleza del cine. Para el ahora artista multimedia demasiada cuenta rendía el medio, el arte de la imagen en movimiento, a la literatura. Así, el lastre narrativo -porque en la lógica greenawayniana la narrativa tradicional eso significaba- poco positivo empezaba a resultarle. Con sus ideas intentaba reivindicar esa enorme deuda que el cine tenía (y no lo dudamos, sigue hasta cierto punto teniendo) con las artes plásticas y de la que pocos, muy pocos según él, estaban enterados. Mucho de lo que Greenaway vociferaba parecía querer provocar una cercanía del cine con el videoarte o la video-instalación en pos de algo más cercano a la galería cosmopolita que a la vulgaridad de las multi-salas de centro comercial. Y como buen provocador posmoderno empezaba a descontar cabezas: desde los clásicos veneradísimos por tradición hasta los contemporáneos emergentes. Pocos lograban salvarse vistos desde su óptica. Para quien esto escribe esas reflexiones en voz alta no pasaban de ser imposturas que poco eco, afortunadamente, tuvieron.

El Greenaway de aquel entonces viene a cuento porque el Steve McQueen de Hambre (Hunger, Inglaterra/Irlanda, 2008) me lo recordó. Pero aclaremos: me lo recordó en diferente sentido. Ahora pongamos en perspectiva: McQueen viene del ámbito en el que Greenaway parece sentirse bastante cómodo y en su salsa: el videoarte y la video-instalación (en el caso de Greenaway la cine-instalación), la multimedia y el llamado arte de vanguardia, en el que la imagen en movimiento poco se entiende con convenciones narrativas y los instantes representados casi siempre mediante la imagen digital, descontextualizados, devienen abstracciones, ejercicios puramente formales y un tanto crípticos. Y viniendo de esos terrenos se pudiera pensar que su incursión al cine sería una traslación a formato grande, caro y extendido de aquello con lo que ha cosechado cierto prestigio en los caminos de las bienales, muestras y festivales de vanguardia artística. Para decirlo bajo la lógica de Greenaway: McQueen es alguien que por su formación y sus antecedentes pudiera entender aquellas preocupaciones. Pero NO. McQueen, por fortuna, no va con bandera de “niño terrible”, de esteta provocador autoconsciente como Greenaway, aunque no renuncie a la mirada del esteta (en este caso, así, a secas) por la que Greenaway apostaba.

Efectivamente, McQueen no abandona la mirada del “artista”, pero tampoco subestima la naturaleza narrativa del medio ni su fuerza e impacto emocional. Hambre, pues, no es una impostura y no es en ese sentido un arrogante ejercicio manierista de ensayar con el encuadre tiesas y frías composiciones plásticamente evocadoras. Es, para decirlo con urgencia, una extraordinaria obra integral y compleja, orgánica si cabe la definición, que sin dejar de asumirse como un ensayo de forma atiende de manera sensible y cálida el fondo, los acontecimientos y personajes que le dan absoluta sustancia. Hay historia (una cierta estructura no del todo convencional pero narrativamente regida por la lógica de la causalidad) e Historia (la recreación de unos acontecimientos del pasado más o menos reciente en las conflictivas relaciones entre Irlanda e Inglaterra). Hay distancia contemplativa frente a ciertas situaciones pero también lugar para los mecanismos introspectivos de los personajes (principalmente Bobby Sands, el activista del ERI en el que se termina centrando el film, interpretado formidablemente por Michael Fassbender). Y aunque de vez en cuando se nos deja escuchar en off la fría voz de la siniestra Margaret Thatcher para puntualizarnos su contexto, hay en los recursos de McQueen (o en la ausencia de ciertos recursos) la posibilidad de darle a la(s) historia(s) una dimensión atemporal y universal.

Hay otras tantas cosas de las que quisiera hablar a propósito de Hambre. La concepción orgánica y poética de los espacios–con todo y excremento u orina incluidos-, el extraordinario balance que se logra, en algunos momentos, entre cierto estatismo formal y la fluidez de los diálogos dinamitando el rutinario plano/contraplano (la escena protagonizada entre Bobby Sands y el sacerdote debería ruborizar de vergüenza a Tarantino) o las muy freudianas (Lucien, no Sigmund) aproximaciones a la agonía y el deterioro del cuerpo. Pero como también hay otras tantas cosas que tengo que hacer y no quiero englosinarme, hasta aquí la dejo.

Greenaway, al parecer, no ha creado monstruos.

Hay otro esteta cinematográfico al que McQueen parece aproximarse con todo y las distancias: Dereck Jarman. Pero éste ya es una asignatura pendiente.

-José Abril

jueves, enero 13, 2011

2010: Mejores estrenos comerciales

1. Hambre (Reino Unido-Irlanda, 2008) de Steve McQueen



2. Los siete días del Talión (Canadá, 2010) de Daniel Grou



3. Año bisiesto (México, 2010) de Michael Rowe



4. El vuelco del cangrejo (Colombia-Francia, 2009) de Oscar Ruiz Navia



5. The Social Network (EUA, 2010) de David Fincher



6. Un hombre serio (EUA-RU-Francia, 2009) de Ethan & Joel Coen



7. The Hurt Locker (EUA, 2008) de Kathryn Bigelow



8. Los niños (Reino Unido, 2008) de Tom Shankland



9. Zombieland (EUA, 2009) de Ruben Fleischer



10. Unthinkable (EUA, 2009) de Gregor Jordan


Las que quedaron fuera, muy a mi pesar: Thirst (Corea del Sur, 2009) de Park Chan-wook y El divo (Italia-Francia, 2008) de Paolo Sorrentino. Así es esto.

miércoles, enero 12, 2011

2010: Menciones honoríficas

El satanismo hipermoderno, la ambivalencia clerical, el vuelo maravillado, la ciencia ficción minimalista, el onirismo videogamer.


(en estricto orden alfabético)

Actividad paranormal 2 (EUA, 2010) de Tod Williams


Camino (España, 2009) de Javier Fesser


Cómo entrenar a tu dragón (EUA, 2010) de Dean Deblois & Chris Sanders


Moon (Reino Unido, 2009) de Duncan Jones


Scott Pilgrim vs the World (EUA-RU-Canadá, 2010) de Edgar Wright

martes, enero 11, 2011

2010: Menciones especiales

La sátira consumista, la tragedia carcelaria, la féerica autorreflexiva, el satanismo neoclásico, la comedia romántica poscapitalista.


(en estricto orden alfabético)

Amor por contrato (EUA, 2009) de Derrick Borte


Celda 211 (España, 2009) de Daniel Monzón


Enredados (EUA, 2010) de Nathan Greno & Byron Howard


La reunión del diablo (EUA, 2010) de John Erick Dowdle


Up in the Air (EUA, 2009) de Jason Reitman

lunes, enero 10, 2011

2010: Peores estrenos comerciales









1. Niñas bien (Reino Unido, 2007) de Oliver Parker & Barnaby Thompson. ¿Qué pasa cuando la flema inglesa ultra-sangrona se encuentra con los restos putrefactos de la sexi-comedia a la mexicana en su versión fresa y sanitizada, digamos, en la onda de Niñas mal? Esto. El horror. Esta basura es la que se debió haber enlatado para siempre y no algo como Easy A. Incluye bonita moraleja: vístete como una puta y vencerás.









2. Alicia en el país maravillas (EUA, 2010) de Tim Burton. Este bodriazo metió 1,000 millones de dólares en la taquilla global. Razón suficiente para creer que cintas así de horrendas (en todos los aspectos) seguirán siendo maquiladas. El patriarca Nathaniel Rogers no lo pudo decir de mejor manera: es una flatulencia filmada. ¿El baile final de Depp? Como lo dijo un diario británico, un crimen contra el cine...y yo agregaría, contra la humanidad.








3. Machete (EUA, 2010) de Robert Rodriguez. Inepta en todos los sentidos, su mayor fracaso es que Robert Rodriguez jamás se traga el chiste que pretende que el público le crea. Filmada con una solemnidad inaudita, lejos de volverla la gran cinta serie Z, divertida y destornillada, que debió haber sido, revela su verdadera esencia: una ocurrente sangronada insufrible. Que alguien le regale un sentido del humor al buen Rodri.








4. La teta asustada (Perú, 2009) de Claudia Llosa. Tiene cada uno de los clichés y estereotipos que le gusta ver a Europa en el cine festivalero tercermundista. Muchas felicidades a Claudia Llosa por su Oso (en más un sentido) de Oro. Tanto sabor exótico y misticoide no fue en balde.









5. El asesino dentro de mí (EUA-Suecia-RU-Canadá, 2010) de Michael Winterbottom. Por lo menos fue otra confirmación de que el cine tiene sus peligros. No es lo mismo leer un pasaje ultraviolento y misógino de una novela que dotar a una escena fílmica con la misma carga de violencia y misoginia. Sin embargo, y a pesar de eso, la provocación y la transgresión nunca llegó. Sólo quedó en un romance y pasión babas entre monigotes a quienes les gustan que los nalgueen. Ajúm.









6. Viajo porque preciso, vuelvo porque te amo (Brasil, 2009) de Marcelo Gomes & Karim Anouz. Un mamotreto de kilométrico título filmado en foto fijas sobre el road trip más aburrido de la historia. Lo único bueno es que casi logro borrarla de mi memoria por completo. Una de las dos más grandes decepciones del año, considerando que la anterior cinta de Anouz, Madame Satá, está entre lo mejor que la década pasada vio.









7. Somos lo que hay (México, 2010) de Jorge Michel Grau. No sé qué sea peor. Si su estilo visual ultra-pinche o su dramaturgia telenovelera. La gente que la vendió nunca se puso de acuerdo sobre qué tenía en sus manos. Primero dijeron que era una cinta de terror gore. Luego, que siempre no, que se trataba de un "drama familiar". Si fue eso último, qué lástima. Porque su tremendismo y tono exagerado no la coloca como algo novedoso, sino como una más del montón, ahí en el panteón de Crónica de un desayuno y Ciudades oscuras. Si finalmente sí era gore...como que le faltaron huevos. Ya mejor ni hablamos del "mensaje social".









8. El infierno (México, 2010) de Luis Estrada. Sí, proveyó catarsis para los justa y enfurecidamente indignados con el nefasto régimen de Felipe Calderón y para todos los resentidos contra el panismo. Pero fuera de eso ¿hubo algo más? Me quedo perplejo ante las menciones de la película en las listas de lo mejor. Sobre todo, porque en esta nueva entrega Estrada ofrece más pan con lo mismo: una "sátira" (comillas totalmente intencionales) política de brocha gordísima, humor de carpa y el que quizás sea el ingrediente más ofensivo y lo único "novedoso" (de nuevo esas comillas): su exaltación de la dolce vita narca. Qué asco.









9. Fama (EUA, 2009) de Kevin Tanchareon. Esta la ví en un cine durante un viaje a Salt Lake City, en octubre del 2009. Sólo es justo mencionar que es tan desechable que no recuerdo absolutamente nada sobre la película. Sólo tengo el recuerdo de mi propio sufrimiento y miseria mientras la veía.








10. Hadewijch (Francia, 2009) de Bruno Dumont. Esperé esta película por cerca de 3 años. Cuando finalmente la ví, fue la decepción del 2010. Siendo fan de la obra de Dumont duele poner este ladrillo aquí, pero honor a quien honor merece y viceversa.


OTRAS MENCIONES.

Premio Spielberg a la película más manipuladora y chantajista: Toy Story 3.

Mejor comercial de Armani, versión extendida: Un profeta.

Cinta más inflada: Inception.

domingo, enero 09, 2011

2010: Lista de filmes elegibles.

Para películas que tuvieron su estreno entre el 1 de enero y el 31 de diciembre del 2010 y una corrida comercial de por lo menos 7 días consecutivos en una sala con admisión pagada, sin haber tenido un estreno previo en televisión abierta o restringida nacional, o formato DVD región 4, dentro de los límites del Distrito Federal y el Área Metropolitana.



ALICE IN WONDERLAND

AÑO BISIESTO

THE BLIND SIDE

CELDA 211

THE CHILDREN

THE CRAZIES

CRAZY HEART

DEAR JOHN

DESPICABLE ME

DEVIL

IL DIVO

AN EDUCATION

THE EXPENDABLES

FAME

THE GHOST WRITER

HACHIKO: A DOG'S STORY

HADEWIJCH

HARRY POTTER AND THE DEATHLY HALLOWS, PART I

LA HORDE

HOW TO TRAIN YOUR DRAGON

HUNGER

THE HURT LOCKER

INCEPTION

EL INFIERNO

IRON MAN 2

THE JONESES

THE KILLER INSIDE ME

KNIGHT AND DAY

LES SEPT JOURS DU TALION

LETTERS TO JULIET

MACHETE

THE MESSENGER

MOON

NANNY MCPHEE AND THE BING BANG

PARANORMAL ACTIVITY 2

PIRANHA 3D

PRECIOUS

PREDATORS

UN PROPHETE

REGRESA

RICKY

SCOTT PILGRIM VS THE WORLD

EL SECRETO DE SUS OJOS

A SERIOUS MAN

THE SOCIAL NETWORK

SOMOS LO QUE HAY

ST TRINIAN'S

TANGLED

LA TETA ASUSTADA

THIRST

THE TOWN

TOY STORY 3

UNTHINKABLE

UP IN THE AIR

VALENTINE'S DAY

VIAJO PORQUE PRECISO, VOLTO PORQUE TE AMO

VINCERE

EL VUELCO DEL CANGREJO

WAITING FOR "SUPERMAN"

WHERE THE WILD THINGS ARE

ZOMBIELAND