jueves, mayo 12, 2011

Copia fiel. Por Jorge Ayala Blanco


A raíz de que hoy es el estreno comercial en México de la obra maestra de Kiarostami, Copia fiel, rescatamos la excelente crítica de Jorge Ayala Blanco sobre ella, publicada en El Financiero, el 8 de noviembre de 2010.


LA RÉPLICA ORIGINAL

En Copia fiel (Copie conforme, Francia-Italia-Bélgica, 2010), primer filme ficcional en el extranjero del patriarca iraní de 70 años Abbas Kiarostami (El sabor de la cereza 97, El viento nos llevará 99), con guión trilingüe (francés-italiano-inglés) suyo, una todavía bella aunque visiblemente vulnerada galera anticuaria (Juliette Binoche, para quien Kiarostami delineó el proyecto) bien instalada en la Toscana y con lúcido respondón hijo púber (Adrian Moore), contacta en una presentación libresca con el canoso ensayista estético reivindicador de la copia en el arte James Miller (William Shimell) y, a punto de que éste parta en vuelo nocturno, se lo lleva a pasear en su auto durante un día radiante hacia el hiperartístico pueblito cercano de Lucignano; discueten ampliamente en el trayecto sobre la especialidad del hombre y, al llegar a su destino, se extasían como todo mundo ante la Musa Polinina (la Mona Lisa del museo local), si bien es sabido que se trata de una copia (¿superior al original como toda buena copia?) y, al descansar en un café, la patrona los confude cual marido y mujer, pero de manera perdurable, porque desde ese momento los paseantes comienza a portarse como tales, riñen acremente de continuo por cualquier estupidez, al modo de cualquier pareja con 15 años de casados, hasta que el varón de otra pareja aún más vieja hallada en la plaza (el guionista buñuealiano Jean-Claude Carrière con Gianna Giachetti) le aconseja al hombre simplemente posar su mano sobre el hombro de la mujer y otro tipo de acercamiento, más amable y melancólico.

La réplica original se mueve entre la ambigüedad de las identidades y el súbito, arbitrario cambio de identidad, como si ésta fuera un mero accidente mutable, un adjetivo, u otra abstracción de la dialéctica del original y la copia, cual si todo lo existente fuera copia de sí mismo, acaso sin original posible, al grado de que podría especularse si la aún guapa Binoche no es una inconfesada réplica francesa de la españolita ya cincuentona Victoria Abril, o si el barítono-bajo Shimell no es más que una cuellona copia otoñal de Alain Delon ¿copias inadmisibles y certificadas?

La réplica original emite, esgrime, y prodiga una delicadeza, muy rara o ajena al cine occidental, que todo lo impregna, haciendo palpitar cada espacio armonioso, acto, impulso o relación cambiante entre los personajes como algo íntimo y prodigioso, entrañable, conocido pero esperado, dulce y sagrado a un tiempo, trátese de los encuentros con la gente del pueblo (el guía, la dueña del café) como el sonar de las campanas de enfrente cuando los extraños amantes se junten dentro de la habitación donde pasaron su noche de bodas y el patético héroe desaprensivo nada pueda ya reconocer.

Y la réplica original se ha permitido la frivolidad exquisita de ciertos guiños orientales iraníes (cita a un innombrable poeta persa, esos bombásticos aretes de la heroína que ni siquiera pela su estragado acompañante) porque el atinado objetivo afinado del filme viene a ser nada menos que atacar y socavar radicalmente los fundamentos mismos del arte y la civilización occidentales, basados en el culto a la originalidad y la distinción banal entre copias de lo real inasible, en pos de una exclusión de la sencillez, la felicidad y el placer como máximos ideales humanos.

5 comentarios:

marichuy dijo...

Pues sí, muy buena. El último segmento, en especial, es muy muy bueno.

Solo discrepo en esa comparación que hace de Juliette-Victoria Abril y la de William Shimell con Alain Delon. Pero esta es mera frivolidad de mi parte.

Gracias por subirla.

Saludos Paxton.

Champy dijo...

Orale pues no había tenido la oportunidad...y ésto se agradece.

Se siente chingón cuando un maestro como JAB reconoce lo que tu ya reconocías.

De acuerdo con la COMADRE, pero es su estilo.

2046

Love doctor dijo...

De nuevo, el maestro Ayala nos descubre la película. Wow.

Darío Moreno dijo...

Reproduzco, ligeramente reordenados, mis comentarios para Paxton sobre esta película originalmente vertidos en Twitter.

'Copia Fiel' es una obra magníficamente hecha, actuada y planeada. En la sensación inmediata de apenas haberla visto (es decir, saliendo de la sala) no estoy seguro de qué tan efectiva es. Es demandante en lo intelectual y resulta muy satisfactorio esforzarse por seguir el juego con los idiomas, en el que los actores se LUCEN.

Después, comienzo a asimilar ideas, pistas, deliberadas ambigüedades que revisten de significado (más no siempre de sentido) a absolutamente cada parlamento de la película. Lo de Binoche es impresionante: no solamente HABLA los tres idiomas, sino que además maneja inflexiones y modismos muy específicos de cada idioma (en diferente medida, claro). El mensaje (sensación, más bien) de espacios tan hermosos, muchas veces asfixiantes, me parece, si se me permite la cursilería, y sin decir que los cipreses son sexys, de una alegoría elegantísima e increíblemente nada pretenciosa. En ese sentido, la música y los personajes incidentales funcionan magníficamente en la composición total de la obra.

A. Blanco, quien obviamente no necesita que yo lo avale, da en la diana con una palabra: hiperartístico. Blanco dice que el objetivo de la película es "atacar y socavar radicalmente los fundamentos mismos del arte y la civilización occidentales". Y estoy de acuerdo. Momentos antes de que terminara la película pensé: "Qué más dan los quince años; para el caso es lo mismo. El mismo desgaste, el mismo hastío, pero incluso el mismo amor."

A. Blanco parece convencido de que los personajes se involucran, con gran compromiso, en ese juego de rol del matrimonio... Sin embargo, hay un detalle que apunta, no a la idea contraria (leí que hubo gente que pensó que el juego de rol era el de hacerse los desconocidos, por el contrario), sino a la irresolución deliberada (apoyada y conducida, estoy casi seguro, por el juego de los idiomas) de si se conocen, o no. De si se CONOCEN o no; y de si se "conocen" o no: a la mesera, ella le dice que cuando se casaron él no se arregló la barba porque sólo lo hace cada dos días (cosa que él NO escucha, porque está afuera con su celular), detalle que él "corrobora" después del paseo en la plaza.

Estoy en desacuerdo con dar una interpretación definitiva de esta "recreación" tan bien actuada dentro de la actuación, cuya intención (y, nuevamente, no me pongo al nivel de enterados como AB o Paxton mismo, sino hablando desde mi sencilla percepción) ubico más en lo obvio de la desestimación de lo "original" que en un reto detectivesco para el espectador. No obstante, otro gesto definitivo en el significado del contenido "informal" del guión lo encontré en la fascinante historia de la mamá y el hijo en el museo florentino.

Definitivamente me fascinó la película, y creo que debe ser vista varias veces (insisto, no con la intención de descifrarla).
Al respecto del comentario de Paxton: "El arte occidental está obsesionado con la "originalidad". Cuánto daño le hace., comento: Obsesionado con la originalidad-autenticididad; sobrevaluada la originalidad-novedad; y desestimada la originalidad-excepcionalidad (ahí está el hermoso ejemplo de M-m-m-marie.)

Por último, sólo añado lo increíble de las actuaciones de William Shimell, a quien conocía como cantante de ópera (!), y de Adrian Moore (el hijo), cuyo acento apenas reconocible no ensucia el excelente francés de un berlinés.

Darío Moreno dijo...

Reproduzco, ligeramente reordenados, mis comentarios para Paxton sobre esta película originalmente vertidos en Twitter.

'Copia Fiel' es una obra magníficamente hecha, actuada y planeada. En la sensación inmediata de apenas haberla visto (es decir, saliendo de la sala) no estoy seguro de qué tan efectiva es. Es demandante en lo intelectual y resulta muy satisfactorio esforzarse por seguir el juego con los idiomas, en el que los actores se LUCEN.

Después, comienzo a asimilar ideas, pistas, deliberadas ambigüedades que revisten de significado (más no siempre de sentido) a absolutamente cada parlamento de la película. Lo de Binoche es impresionante: no solamente HABLA los tres idiomas, sino que además maneja inflexiones y modismos muy específicos de cada idioma (en diferente medida, claro). El mensaje (sensación, más bien) de espacios tan hermosos, muchas veces asfixiantes, me parece, si se me permite la cursilería, y sin decir que los cipreses son sexys, de una alegoría elegantísima e increíblemente nada pretenciosa. En ese sentido, la música y los personajes incidentales funcionan magníficamente en la composición total de la obra.

A. Blanco, quien obviamente no necesita que yo lo avale, da en la diana con una palabra: hiperartístico. Blanco dice que el objetivo de la película es "atacar y socavar radicalmente los fundamentos mismos del arte y la civilización occidentales". Y estoy de acuerdo. Momentos antes de que terminara la película pensé: "Qué más dan los quince años; para el caso es lo mismo. El mismo desgaste, el mismo hastío, pero incluso el mismo amor."

A. Blanco parece convencido de que los personajes se involucran, con gran compromiso, en ese juego de rol del matrimonio... Sin embargo, hay un detalle que apunta, no a la idea contraria (leí que hubo gente que pensó que el juego de rol era el de hacerse los desconocidos, por el contrario), sino a la irresolución deliberada (apoyada y conducida, estoy casi seguro, por el juego de los idiomas) de si se conocen, o no. De si se CONOCEN o no; y de si se "conocen" o no: a la mesera, ella le dice que cuando se casaron él no se arregló la barba porque sólo lo hace cada dos días (cosa que él NO escucha, porque está afuera con su celular), detalle que él "corrobora" después del paseo en la plaza.

Estoy en desacuerdo con dar una interpretación definitiva de esta "recreación" tan bien actuada dentro de la actuación, cuya intención (y, nuevamente, no me pongo al nivel de enterados como AB o Paxton mismo, sino hablando desde mi sencilla percepción) ubico más en lo obvio de la desestimación de lo "original" que en un reto detectivesco para el espectador. No obstante, otro gesto definitivo en el significado del contenido "informal" del guión lo encontré en la fascinante historia de la mamá y el hijo en el museo florentino.

Definitivamente me fascinó la película, y creo que debe ser vista varias veces (insisto, no con la intención de descifrarla).
Al respecto del comentario de Paxton: "El arte occidental está obsesionado con la "originalidad". Cuánto daño le hace", comento: Obsesionado con la originalidad-autenticididad; sobrevaluada la originalidad-novedad; y desestimada la originalidad-excepcionalidad (ahí está el hermoso ejemplo de M-m-m-marie.)

Por último, sólo añado lo increíble de las actuaciones de William Shimell, a quien conocía como cantante de ópera (!), y de Adrian Moore (el hijo), cuyo acento apenas reconocible no ensucia el excelente francés de un berlinés.