miércoles, mayo 20, 2009

Purgatorio (2008)


La virtualidad revisionista

Primer corto. Paso del norte. Un padre de familia deja encargados a su esposa y a sus tres hijitos con su propio padre para irse a ganar unos dólares el vecino país del norte, ya que el negocio que ha puesto en su pueblaco ya no le alcanza ni para comer. En el intento de cruzar el Río Bravo, su compañero de viaje es disparado por rancheros texanos y al regresar el pueblo se entera de que su esposa se ha fugado con un comerciante, por lo que decide buscarla en la Ciudad de México.

Segundo corto. Pedazo de noche. El compadre de un matrimonio de borrachos olímpicos decide tomar al bebé que se llevaron a la cantina, para protegerlo de las caídas y golpes involuntarios que le propina el padre del infante. En su deambulación nocturna por las calles de la Ciudad de México se encuentra a una prostituta con la entabla una amistad que más tarde, mucho más, derivaría en un matrimonio falto de pasión y amor.

Tercer corto. Cleotilde. Una pueblerina avezada (Ana Claudia Talancón haciendo un formidable reprise de su papelón en Arráncamela, vida) contrae nupcias con un hacendado tardío (Pedro Arméndariz, jr.) pero la susodicha termina sintiendo la más absoluta repulsión hacia el vejete y mejor se dedica a saciar su calentura con los dos jóvenes ayudantes de su esposo, siempre bocabajeado y siempre edipizado por su tía ya finada.

Esta antología de 3 cortometrajes dirigidos por Roberto Rochín, todos ambientados a finales de los 1950s, todos con base a tres cuentos de Juan Carlos Rulfo adaptados a tres manos por Elías Nahmias, el finado Tomás Pérez Turrent, y el propio Rochín, constituyen Purgatorio (México, 2008), una exploración de las posibilidades de uso de tecnología virtual carísima mucho mejor aplicada que en esa “cretinada virtual” que fue Pachito Rex. Aplicando dicha tecnología de manera adecuada, se logra un estilo arrebatante aunque disparejo en el conjunto del todo, como sigue.

El estilo árido, formidablemente cenizo de Paso del norte (originalmente un cortometraje filmado en el 2002) abre paso a un estilo puñetero de cielos estrellados trabajados por computadora, a explosiones más bien relamidas dentro del taller de pirotecnia del abuelo. Estilo puñetero que se corresponde bien con lo tremebundo que es en el fondo el cortito.

El delirante estilo neo noir, desafiantemente hipnótico de Pedazo de noche (originalmente un cortometraje filmado en 1995), abre paso a que la erotomanía de los personajes se difumine por todos los rincones del relato, anticipadamente al Nesio de Alan Coton, y aún más, casi de manera profética por diez años, a los opresivos ambientes posexpresionistas de La ciudad del pecado (Miller-Rodriguez-Tarantino, 05), incluso con los toques selectivos de colores vivos en ciertas partes del vaciado en blanco y negro.

Y Cleotilde, al parecer el único cortometraje inédito dentro de esta antología (con fecha de filmación imprecisa), plasma en cálidos colores sepias un estilo que remite a los daguerrotipos del siglo XIX. Si Eréndira Ikikunari era el códice viviente, Cleotilde, de Roberto Rochín, es el daguerrotipo en vida, dotado de una capacidad para recrear estilos visuales antiguos utilizando tecnología de punta.

Desde Adán y Eva (todavía) no se veía una película mexicana que eligiera lo estético per se como motor narrativo. Purgatorio, con esa virtualidad revisionista, lo logra y sus resultados son notables.

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Purgatorio 7

3 comentarios:

Haroldo Fajardo dijo...

hoy mismo corro a verla!!!

¡El Varol! dijo...

Desgraciadamente, temo que no me gustó esta película. La historia y el desarrollo me resultaron satisfactorios, pero ya no le creo ninguna actuación al Armendáriz. Ni una, ni de Santa Claus y menos con un ranchero...


De plano, no.

Paxton Hernandez dijo...

Haroldo Ta bueno, pero yo no la recomendé, eh? =P

Varoles Bah, el Armendáriz tampoco es santo de mi devoción pero puedo vivir con ello. Buena película.